Algunos llaman a los viajes un pasatiempo, otros un escape de las responsabilidades y, al mismo tiempo, muchos dicen que viajar es un nuevo logro en la vida.
Pero se mire como se mire, viajar es importante.
No se trata sólo de publicar selfies en el aeropuerto o quejarse de la comida de las aerolíneas, se trata de ver mundo, conocer gente y quizá darse cuenta de que se puede sobrevivir sin 17 almohadas de casa.
Conozcamos por qué viajar es tan importante para nuestra vida.
1. Se da cuenta de que el mundo no gira a su alrededor
Empecemos con una dura verdad: usted no es el centro del universo
Lo sé, chocante, ¿verdad?
Viajar le obliga a salir de su burbuja, tanto si esa burbuja es su diminuto apartamento como si es la ciudad en la que se sabe de memoria el menú de cada cafetería.
Cuando se encuentre en medio del cruce de Shibuya en Tokio, rodeado de luces intermitentes y más gente de la que ha visto en toda su vida, se dará cuenta rápidamente:
- Usted sólo es un pequeño ser humano en un mundo grande y fascinante.
- A los lugareños no les importa si lleva zapatillas de diseño.
- Probablemente debería moverse más rápido porque hay una multitud detrás de usted.
¿Humillación?
Sí
¿Cambio de vida?
Absolutamente.
2. Aprendes a reírte de ti mismo
Viajar no es todo puestas de sol glamurosas y montañas pintorescas. También es usted intentando pedir «pollo» en un país extranjero, sólo para decir accidentalmente algo muy inapropiado.
Imagínese esto:
- Usted está en Francia. Usted dice con confianza «poulet».
- El camarero parpadea. Ha dicho mal «poulet» y ahora suena como «le cheval» (caballo).
- Todo el mundo se ríe y usted se come una ensalada porque le ha entrado el pánico.
Viajar le enseñará a reírse en esos momentos, porque ¿qué otra cosa puede hacer?
¿Llorar en su paella?
No. Estas experiencias incómodas dan lugar a las mejores historias cuando estás de vuelta en casa. Además, le recuerdan que la vida es más divertida cuando uno no se toma a sí mismo demasiado en serio.
3. Por fin se desconecta del teléfono
Seamos sinceros,
La mayoría de nosotros estamos pegados a nuestros teléfonos como los niños a los caramelos. Viajar desafía ese hábito malsano, aunque sea por accidente. Puede que su tarjeta SIM no funcione, o que el Wi-Fi de esa encantadora villa italiana no sea como lo anuncian.
En cualquier caso, se verá obligado a hacerlo:
- Fíjese en puntos de referencia reales en lugar de en Google Maps.
- Hable con gente real cuando esté perdido.
- Dese cuenta de que puede sobrevivir sin TikTok durante unas horas.
Es liberador. Y cuando por fin recupere su teléfono, lo apreciará más.
4. Colecciona recuerdos en lugar de cosas
Claro, comprar cosas es divertido, ¿a quién no le gusta un nuevo y reluciente artilugio o 20 pares de calcetines?
Pero he aquí la cuestión: los recuerdos duran más.
Los viajes le ofrecen historias que no necesitan estantería ni pilas.
- La vez que te pilló la lluvia en París y bailaste como si estuvieras en una comedia romántica.
- Esa puesta de sol en Bali en la que estaba convencido de que la vida no podía ser mejor (hasta que aparecieron los mosquitos).
- El divertidísimo grupo de desconocidos con los que compartió taxi en México porque todos se negaron a pagar el precio completo.
Esas experiencias se le quedarán grabadas para siempre.
Y además, no necesitan polvo.
5. Come alimentos que cambian su vida
Sé que piensa que la pizza del local de su barrio es «la mejor de la historia», pero entonces prueba la pizza en Nápoles, Italia, y de repente se lo cuestiona todo.
La comida es una de las mejores partes de los viajes.
Lo harás:
- Descubra sabores que le dejarán boquiabierto.
- Coma cosas que no pueda pronunciar (pero fingirá que puede).
- Desarrollar una obsesión malsana con un plato local (¿alguien quiere pad thai?).
Y no olvidemos la comida callejera. Hay algo mágico en comer en un carrito diminuto donde las habilidades del cocinero podrían avergonzar a los chefs con estrella Michelin.
Además, es barato. Puede comer como la realeza por 3 dólares y aún le quedará dinero para el postre.
6. Aprendes nuevas habilidades sin darte cuenta
Nadie le advierte de que viajar le convertirá en un genio ingenioso.
De repente, puede:
- Regatee como un profesional en los mercados extranjeros.
- Doble la ropa de formas que su madre nunca le enseñó.
- Descifre los horarios de los trenes sin entender el idioma.
Puede que incluso capte algunas palabras en un nuevo idioma o aprenda a pedir el baño en 10 países diferentes. Para cuando llegue a casa, será prácticamente un espía internacional, pero más guay.
7. Conoce a personas que le abren la mente
El mundo está lleno de seres humanos fascinantes que no piensan, viven o actúan como usted y eso es algo bueno. Viajar le pone cara a cara con personas que sí lo harán:
- Le enseñarán su cultura, sus tradiciones y su vida.
- Mostrarte amable cuando te quedas tirado sin dinero.
- Convertirse en amigos para toda la vida que nunca esperó conocer.
Ya sea el charlatán taxista de Tailandia que comparte la historia de su vida o el guía turístico que le hace reír hasta que le duelen los costados, estas conexiones son oro puro.
Le recuerdan que los seres humanos, vivan donde vivan, son todos maravillosamente extraños y amables.
8. Vuelve a casa como una persona mejor y más sabia
Al fin y al cabo, viajar te cambia. Puede que no lo note inmediatamente, pero cuando regrese a casa, verá el mundo y a sí mismo, de forma diferente.
- Apreciará más las comodidades del hogar.
- Tendrá una nueva perspectiva de la vida y de lo que realmente importa.
- Se dará cuenta de que no necesita cosas para ser feliz, sólo un pasaporte, algunos tentempiés y quizá una buena lista de reproducción de viaje.
Viajar te enseña gratitud, paciencia y curiosidad.
Es como la terapia pero con más viajes en avión y aperitivos cuestionables.
9. Aprenderá a aceptar lo inesperado
Las cosas rara vez salen exactamente como se planean cuando se viaja.
Los vuelos se retrasan, los hoteles estropean sus reservas o su equipaje decide tomarse unas vacaciones aparte. Pero he aquí el giro: esos momentos inesperados se convierten a menudo en los mejores recuerdos.
Tal vez su escala de 5 horas en Estambul se convirtió en una aventura espontánea explorando los mercados locales. O encontró un café escondido en Praga porque Google Maps decidió traicionarle.
Viajar te enseña a aguantar los golpes y a encontrar la alegría en el caos. Te conviertes en el tipo de persona que dice: «¡Eh, al menos será una gran historia!» en lugar de estresarse.
¿Y no es esa una habilidad vital que todos necesitamos?
10. Se da cuenta de lo poco que necesita en realidad
Viajar te enseña minimalismo de la mejor (y más divertida) manera. Cuando estás arrastrando una maleta gigante por calles adoquinadas, empiezas a cuestionarte si realmente necesitas seis pares de zapatos para un viaje de fin de semana.
Cuanto más viaje, mejor conseguirá simplificar su vida.
Eso se aprende:
- 2 pares de vaqueros y una sudadera con capucha son suficientes.
- Las experiencias son más valiosas que los recuerdos.
- Puede sobrevivir perfectamente con la mitad de las cosas que consideraba esenciales.
Esta mentalidad se queda con usted incluso después del viaje. Dejas de acumular cosas innecesarias y te centras en lo que de verdad importa, como planificar tu próxima aventura.
Reflexiones finales
Viajar no es sólo escapar de la rutina diaria o ver lugares bonitos.
Se trata de crecimiento, risas e historias que contarás durante años. Se trata de darse cuenta de que el mundo es enorme, hermoso y está lleno de gente, comida y culturas que aún no conoce.
Así que haga las maletas. Olvide algo importante, pida la comida equivocada, piérdase y ríase de ello más tarde. Porque al final, volverá a casa más rico, no en dinero, sino en experiencias.
¿Y no es eso de lo que trata la vida?
Ahora vete.
El mundo espera.